Aves migratorias, o de cómo la opción decolonial intenta hacer viva la différance

El peregrinaje

desata el espíritu

en el camino virtual

y lo esparce al aire

y cuestiona el lenguaje

de las cortas estadías.

Luis Alberto Spinetta. Guitarra negra (1978).

El que se interesa por determinados temas, habitualmente, se alimenta por la circulación de ideas que lo rodean, ya sea de manera inconsciente y/o como apropiación para construir, si es posible, un proyecto creador. Éste, lugar donde se entremezclan, dialogan, en contradicción o no, con las restricciones exteriores e interiores de la vida. Por lo tanto, dentro de un campo intelectual, siguiendo a Pierre Bourdieu, legitimado o no, delimita, a veces, un lugar específico en la sociedad, un punto de vista. La interdiscursividad, las intertextualidades, la localización y la formación estratégica forman parte, entre otras nociones, de los discursos que pasan de un lugar y un tiempo a otro, donde se gana o se pierde fuerza en busca del consenso o el disenso, y  quizás para la posterior formación de lo que Antonio Gramsci llamó hegemonía.

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Mi propuesta es: intentar mostrar, brevemente, algunos de los aspectos que se encuentran en el proyecto decolonial como construcción de un paradigma otro propuesto por Walter Mignolo ¿Qué se entiende por descolonización y decolonialidad?,  y cómo éstos se relacionan con los conceptos de matriz colonial del poder, pensamiento fronterizo y transmodernidad, con la intención de seguir el diálogo sobre la globalización.

Mignolo, intelectual argentino, al igual que las ideas, las teorías y los textos, entre otras tantas cosas, viaja. Estudió en su país, París y Estados Unidos. Fue sudaca e hispanic. En ese periplo, parafraseándolo, le cayó la ficha y se despertó del rollo del sueño “occidental”, interesándose por la geopolítica del conocimiento y la historia colonial. Si bien el viaje de Mignolo, hacía finales de la década del 60, fue físico, geográfico, a partir de fines del siglo XX, las relaciones humanas, culturales, entre otras formas de relacionarse socialmente, pasan también por el desarrollo de las comunidades virtuales que problematizan la cuestión de la identidad – por nombrar solamente una – en distintas esferas de la sociedad.

Los desplazamientos, las asimilaciones teóricas, de ideas traen consigo formas de representación y de institucionalización que se tornan diferentes, trastocadas del lugar de “origen”. Edward Said, crítico literario palestino estadounidense, distingue cuatro fases de este proceso peregrino. La primera, estaría dada por un acervo complejo de circunstancias que ingresa a un determinado discurso. En segundo lugar, hay una instancia de correspondencia, de comunicación previa, en distintos contextos de aquéllos discursos, que se traducen a otro tiempo y lugar en el que cobrará o no cierta relevancia. La tercera, se inscribe en la coyuntura histórica que la recibe en donde se aceptarán o no estos discursos, dialogando si su introducción es realizable. En cuarto lugar, y por último, si estos discursos son legitimados, se subsumen, transformados o no, y adquieren nuevas posiciones dentro de la realidad actual.

Dado el complejo entramado de relaciones sociales, teóricas y de otros tipos, se podría rastrear – inevitablemente haciendo un corte temporal y de textos, debido a que abarcar una totalidad sería algo inconmensurable y a que no se busca en este ensayo producir verdades absolutas sino dar una mirada que en parte de cuenta del proyecto decolonial – las nociones de descolonización y de decolonialidad en las teorías posestructuralistas y poscolonialistas en sus diversas manifestaciones, que dialogan con los conceptos de la base del proyecto decolonial.

Jacques Derrida, filósofo argelino francés, propone, entre otras muchas cosas, la deconstrucción como pensamiento crítico en contra a las construcciones hegemónicas que se fundamentan en valores inmutables que buscan el centro del poder. Frente a las oposiciones binarias, a los bandos que presenta el sistema, que se instalan y siguen en una posición hegemónica, Derrida trata de problematizar estas dicotomías, de buscar otras posibilidades ya sea invirtiendo el orden, ya sea proponiendo otras categorías de pensar, actuar, sentir. Considero que Mignolo, como otros intelectuales, ve en la idea de América Latina un significante vacío. Ésta ya no es ni de izquierda ni de derecha, sino que se suma otra alternativa: la opción decolonial, que no pretendería establecer un sentido automático de qué es América Latina (¿cuál es la identidad del latinoamericano?, ¿qué es ser uruguayo?), sino que se está constantemente construyendo, siendo intervenida. Es un objeto de estudio en disputa que se lo intenta interpretar desde diferentes enfoques. Esta búsqueda de la identidad ya no pasa a ser naturalizada para algunos, sino que puede funcionar como un espejo, cada imagen que se tiene de ella parte de quien se refleje, así se va construyendo una representación, un imaginario individual y colectivo.

La crítica de Derrida, por lo tanto, no se presenta fuera del discurso ya que no puede salirse de él, sino que intenta mostrarlo desmontando su construcción, para dar cuenta de que no es dado natural e imponente. A su vez, Mignolo, señala que el pensamiento crítico se hace desde una exterioridad, que está adentro de un sistema ya que se maneja en la matriz colonial del poder, pero que se está, de alguna manera, afuera. El discurso dominante silenció y silencia a muchas comunidades, naciones indígenas, grupos sociales, pero como señala Mignolo, los que mantuvieron y se mantienen en la exterioridad lo hacen desde “la diferencia, su rechazo a la asimilación y su derecho a la diferencia”. Para el argentino es relevante desvirtuar este discurso trasplantado, eurocéntrico por algunas formas de habla indígenas para que se incorporen al discurso de y en América Latina, hacia una nueva manera de concebir el mundo transmoderno. El logocentrismo que advierte Derrida como pulsión de adquirir el centro del discurso, Mignolo, como otros intelectuales latinoamericanos, que se interesan por el discurso subalterno, sugiere desplazar el privilegio de eurocentrismo como única visión posible del mundo, que lo lleva, entre otras cosas, a plantear las bases de su opción decolonial.

Lo decolonial se propone como alternativa discursiva y práctica que tuvo como base epistemológica – si bien no establece una fecha exacta, se podría reunir en torno a las luchas por la independencia de algunos países africanos, o llamados del Tercer Mundo – la noción de la descolonización, en donde uno de sus exponentes principales es, entre muchos intelectuales sudamericanos, africanos y asiáticos, Frantz Fanon que articula un discurso a favor de la liberación, en todas sus manifestaciones, del imperialismo europeo. Fanon, psiquiatra martinicano francés, cuya experiencia está atravesada, entre otras cuestiones, por la colonización francesa en donde nació, como por su apoyo a la lucha argelina por la independencia, propone develar a los condenados de la tierra, la violencia que ejerce el colonizador como síntoma de su desesperación por mostrarse superior. No obstante, no se trata de jugar al mismo juego del opresor, del ojo por ojo, diente por diente, la descolonización del colonizado pasa por la mente. En ese contexto histórico, la violencia discursiva del europeo no se tiene que imitar, su racismo y narcisismo es perverso, y esto enfermó al oprimido. Por lo tanto, Fanon propone la descolonización de las ideas europeas que dominan,  y buscó desarrollar un pensamiento nuevo para así crear un diferente estado de las cosas. Así, el concepto de decolonialidad se empieza a utilizar por los intelectuales del tercer mundo.

Imagen 2 - Goya - Capricho 63

Sin embargo, Mignolo advierte que algunos de los movimientos independentistas africanos, si bien se pudieron descolonizar del impero europeo, reprodujeron las instituciones y la prácticas económicas que terminaron corrompiéndose y fracasando, no pudiendo seguir el pensamiento libertario de Fanon. Por lo tanto, no se trata de tomar el poder por las armas, de ir a la Torre Ejecutiva con una Remington, sino que más bien lo que se pretende es una descolonización del conocimiento. Ésta vendría a ser el primer paso a tomar. Descolonizarse del saber eurocéntrico, institucional como el único discurso posible. Hacer una lectura a contrapelo de los pensadores occidentales en un intento por generar una nueva interpretación. Mignolo siguiendo en algunos aspectos a Fanon deriva a la decolonialidad, como proceso de descolonización del saber y del ser, con la necesidad de desenchufarse del eurocentrismo.

Mignolo, toma nota de la noción patrón colonial del poder de Aníbal Quijano, sociólogo peruano, y propone la matriz colonial del poder. Ésta tiene su núcleo duro en la colonialidad de la economía que lleva a una miríada de formas en las que se ejerce el poder sobre las personas. La matriz colonial del poder funciona de dos maneras, por un lado, afirma, legitima su conocimiento como poder, y por otro lado, niega, silencia y excluye la realidad del otro. Esta matriz colonial del poder tiene su inicio con la construcción discursiva del período colonial del siglo XVI, con el “descubrimiento” de lo que se llamó América y que seguiría vigente como colonialidad global. La matriz colonial del poder es para Mignolo una construcción global que gestiona, agencia todos los movimientos de la sociedad que viene de Europa y se forma en las conquistas y explotaciones de las comunidades indígenas como, también, de los recursos naturales. Además, viene, bajo el brazo, con el evangelio cristiano, blanco, heteronormativo que justificó las masacres de algunos pueblos originarios.

La colonización de los países llamados del tercer mundo por parte de algunos países de Europa llevó a que se legitimé como centro de poder y como fundadora de la modernidad. Sin embargo, Enrique Dussel, filósofo e historiador argentino, en su artículo “Europa, modernidad, eurocentrismo” (2000) demuestra como la Europa moderna es una construcción que deja afuera aproximadamente dos siglos de historia mundial. En primer lugar, señala Dussel, que la linealidad histórica Grecia, Roma, Europa es una invención ideológica que data del siglo XVIII, además de que Europa no fue hasta esa fecha centro de nada, no era considerada occidental sino periférica. Luego de varios intentos de luchas por apoderarse de la hegemonía mundial, lo Occidental latino, el imperio romano y lo griego Oriental se unen formando la fantasía ideológica eurocéntrica de la modernidad.

En el artículo mencionado, señala Dussel que hay dos conceptos de modernidad: el primero, es eurocéntrico ya que se deriva de fenómenos internos como la revolución francesa y los movimientos epistémicos y religiosos. El segundo concepto de modernidad, que propone el historiador argentino, es mundial, ya que ocurre con la expansión europea con el “descubrimiento” de la América hispánica. La implementación del mercantilismo mundial y luego la revolución industrial  colocan a Europa en el “centro” de la historia mundial y por consiguiente a todas las otras culturas colonizadas como “periferia”. El mito de una Europa “civilizada” se construiría por la violencia de la razón emancipadora en su proceso de modernización hegemónico. Para Dussel la razón moderna se trasciende cuando se niega este mito de la modernidad eurocéntrica, y se empieza a pensar en la Transmodernidad, de la que Mignolo suscribe, como proyecto futuro que ya no se deja gobernar por la hegemonía europea y luego por la de Estados Unidos. En la afirmación de la alteridad como solidaridad entre centro periferia, entre los opuestos jerárquicos y como incorporación real de la liberación de la razón de la modernidad eurocéntrica.

Pero, para tratar de evitar a la matriz colonial del poder, para Mignolo, es necesario situarse en la frontera. De allí que recurre a la noción de pensamiento fronterizo propuesta por Gloria Anzaldúa, poeta y activista chicana, para situar al pensamiento decolonial en la exterioridad. Para el crítico literario, no se puede estar afuera del capitalismo global, pero sí, en un sitio donde pensar libremente. En un lugar de enunciación que se libera del pensamiento hegemónico. ¿Cabe preguntarse si no es hoy el pensamiento de los estudios culturales el que domina la agenda?

En algunos aspectos, el pensamiento fronterizo se correspondió con la inmigración de un gran número de académicos, y activistas por los derechos humanos, que se afianzó en los “centros” de poder, como Europa, primero y en Estados Unidos, después; y que se sigue, creo, construyendo en las algunas comunidades virtuales. Por lo tanto, debido a que la matriz colonial del poder impone sus saberes sobre el otro, sobre el subalterno y construye el centro de lo que es “civilizado”, el pensamiento fronterizo se articula desde una exterioridad del oprimido, desde su modo de ser diferente. La frontera en que se sitúa es la exterioridad, no en el afuera en tanto construcción del adentro. Advierte Mignolo que esta frontera está en desigualdad de condiciones por dejar excluidos a los que reclaman su derechos en la toma de decisiones del poder. La colonización de los saberes y de los cuerpos presenta pensamientos totalizadores que entran en conflicto con lo fronterizo; éste si se arroga de alguna objetividad lo hace entre comillas, con sospecha. Se enuncia desde la convicción, pero sabiendo que es un punto de vista, una opción sin desprestigiar el pensamiento del otro. Se busca con el pensamiento fronterizo un diálogo plural de voces que tiene en claro que no es la única manera de ver el mundo. La diferencia colonial abre este espacio para pensar diferente estableciéndose en la experiencia de anidar en la exterioridad, en la diversidad de la tierra, en las fronteras virtuales. El paradigma otro que propone Mignolo como alternativa a los proyectos hegemónicos, eurocéntricos se sustenta en estos tres pilares que intente, someramente, mostrar.

Imagen 1- ilustración de Daniela Iride Murgia

Como consideración provisoria para cerrar esta exposición, y, al mismo tiempo dejar abierto al diálogo, creo, que la opción decolonial propuesta por Mignolo como alternativa discursiva puede llegar a ser un giro interesante y productivo con respecto a tomar conciencia crítica sobre lo que se presenta como la única visión del mundo desde la agencia cultural hegemónica; de que no se trate de homogeneizar las diferencias, sino dar espacio, visibilidad, importancia a los que se consideran excluidos por la hegemonía del poder de turno. Además, de preocuparse por los efectos del consumismo y la destrucción ecológica. Al mismo tiempo, considero que la dificultad de esta propuesta puede estar en aprovecharse del otro, en la victimización inclusiva, y caer en la posición del letrado, intelectual que necesariamente tenga que hacer hablar al subalterno. Llegando al final del “Manifiesto inaugural” del Grupo de Estudios Latinoamericanos Subalternos de 1993 se puede leer, que se reconoce la dificultad de “estudiar” al subalterno ya que se tendrían que inmiscuir en la intimidad de éste y en su derecho al secreto, dice:“no se trata, por ello, de desarrollar nuevos métodos para estudiar al subalterno, nuevas y más eficaces formas de obtener información, sino de construir nuevas relaciones entre nosotros y aquellos seres humanos que tomamos como objeto de estudio”. Entiendo la solidaridad por parte de este grupo de intelectuales de élite, pero ¿es el subalterno un quwi de laboratorio?, ¿la resistencia a la positividad de la transparencia es posible? Parece establecerse cierta jerárquica violenta, donde la primacía del letrado presupone a un subalterno secundario. Esta agenda  puede entrar en diálogo con lo que Edward Said al final de la “Introducción” de su libro Orientalismo de 1978, propone con respecto al vínculo entre el conocimiento y el poder que crea al subalterno, en su experiencia al “oriental” y “que en cierto sentido lo elimina como ser humano”, que para el crítico literario no es únicamente una materia académica. Para Said, siguiendo a Raymond Williams, las relaciones entre Oriente y Occidente se tienen que eliminar totalmente, si se elimina el “nosotros” y el “ellos” se podría llegar a un mejor entendimiento y suprimir la necesidad inherente de dominación. Cuestión difícil si las hay, ya que todavía quedan muchas nubes por cruzar.