Ensueño y desvelo

Lecturas y comentarios sobre dioses de otro tiempo – Primera parte

Despertares:

Siempre hay una línea delgada entre lo real y lo susceptible de ser imaginado, entre lo que existe y lo que es posible de ser concebido. Si se toma como base cualquier hecho o acontecimiento, es decir, algo que en principio ocurre como tal, o algo que se desarrolla como algo en sí mismo y se diferencia de otra cosa en un devenir temporal (con un antes y un después); la percepción respecto a ese mismo hecho puede ser distinta; o al menos es pasible de que su naturaleza sea interpretada de múltiples formas, digamos por ejemplo a través de un relato.

Otra cosa más complicada aún es que, esa construcción o ese relato tenga un punto de partida un conjunto de hechos u acontecimientos no necesariamente ciertos o veraces, pero ciertamente verosímiles, con el objetivo de regular las conductas materiales de los hombres, o de los pueblos.

Aquí, lo que realmente sucedió (si es que sucedió) es irrecuperable. Lo simbólico realmente predomina sobre lo presuntamente no ocurrido.

Entonces, ya no importa si ese relato versa sobre algo cierto. Ya no importa si sucedió. Importa que exista en efecto, porque establece y rige como un conjunto articulado de preceptos morales, religiosos o de lo que sea.

Sin buscar para nada explicaciones totales para estas elucubraciones (inútil hubiera sido semejante tarea), y lejos de plantear asuntos que ahora ni vienen al caso, estas líneas surgieron tras releer algunos autores griegos, algunos viejos mitos y ritos humanos y la siempre compleja condición de tragedia humana.

Eternidades:

No llegó a nuestros días libro sagrado alguno, ni doctrina específica de la cual ampararse para hablar de la religión griega. Habría que preguntarse si esta ausencia es producto del transcurso del tiempo y del deterioro de alguna posible fuente, o simplemente no hubo nunca algo parecido.

Pero la creencia de la “psique”, esa esencia que forma parte del individuo en vida y que luego de la muerte se desprende del mismo para volverse algo etéreo e independiente a lo que se le denomina “ídolo”, es ciertamente plausible de encontrar en el pensamiento griego.

El “ídolo” es la “imagen” del que existió, y que bien puede asimilarse al concepto occidental (dice Erwin Rhode) de “alma”. Psique no es sinónimo de “espíritu”, esto último, si bien opuesto al concepto de “cuerpo”  está más bien vinculado a lo físico y a las cualidades que el individuo tuvo en su vida.

Los griegos creían que cuando una persona moría, el cuerpo y el espíritu de la misma se desintegraban. Así, cuerpo y espíritu son los elementos esenciales para la vida material, terrenal, en esa perpetua relación de la vida con la muerte.

Cuerpo y espíritu desaparecen, pero la “psique” continúa…

La doble existencia:

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“Psique” es la conciencia del individuo, la conciencia de sí mismo, y para Erwin Rhode (viejo amigo de Nietzsche) es la que infunda de vida al cuerpo del hombre; le otorga voluntad e impulso, capacidad de conocimiento e interacción con el mundo circundante. Aunque, vale aclararlo, no es en sí misma la “psique” la que le permite al “cuerpo percibir, sentir o querer”. Una vez que el cuerpo ha muerto, la “psique” sobrevive como el ídolo (la sombra) pero sin sus cualidades específicas.

Así, desde Homero en adelante el hombre “tiene una doble existencia: la de su corporeidad perceptible y la de su imagen invisible, que cobra vida propia solamente después de la muerte. Esta imagen invisible, y solamente ella, es la psique”

Ahora bien, ¿cómo el individuo toma contacto con esa “doble existencia” de su ser? La manera más directa es a través de los sueños.

En ellos, y cuando la conciencia se encuentra en un estado de postergación, es cuando se toma contacto con el “segundo yo” que “tiene una existencia propia y susceptible de desprenderse de aquél para afirmar su independencia”

Pero hay otras maneras de tomar contacto con esa “doble existencia”…

Mentalidad griega y pensamiento:

El espíritu heleno tenía como concepción, la oposición de dos modos  antitéticos del pensamiento: el  LOGOS y el MITHOS; el razonamiento y el mito respectivamente. Todo razonamiento es pensamiento y no necesariamente viceversa.

Del primero se podría decir que es todo aquello que mediante un proceso racional tiene como único fin el alcanzar una verdad objetiva. Según el historiador francés Pierre Grimal, el “logos” es lo  “idéntico para todos los espíritus”, mientras que el “mithos” es todo aquel pensamiento que mediante la imaginación, no es susceptible de una verificación que produzca un resultado cognitivo, sino que lleva arraigada una verdad en sí mismo, en su propia razón de ser pensamiento, o lo que es lo mismo, en su propia verosimilitud; es lo que Grimal llama “la fuerza de persuasión que le confiere su belleza”.

Todo esto nos lleva a preguntarnos ¿por qué? o ¿cómo? uno de los pueblos más racionales de la antigüedad haya sido el creador de una vasta y riquísima mitología.

Mitología y religión:

Algo bastante sabido es el hecho de que en Grecia faltó una clase sacerdotal. No hubo sacerdotes que consagraran su vida al servicio de los dioses y al cuidado de templos y propiedades. Los practicantes de este oficio eran ciudadanos que además de su ocupación en la vida de la ciudad (no todos eran ciudadanos en la sociedad griega) tenían la misión de cuidar del culto de un dios y de la custodia de su templo.

Por otra parte hay que destacar el fuerte carácter de antropomorfismo que la religión griega desarrolló, hasta tal punto que los dioses fueron narrados de manera semejante a los hombres, tanto por dentro como por fuera.

Aún así, hay una marcada distancia entre dioses y hombres, aunque los mortales por lo general no han querido saltar esa distancia de sentir la proximidad de la divinidad, uniéndose o fundiéndose con ella. Dicho en pocas palabras, en la mitología griega no hay lugar para una religiosidad mística.

A su vez, la ausencia de un libro sagrado no permitió la existencia de un grupo de interpretes especializados (ya se ha dicho que en la Grecia antigua no hubo una casta sacerdotal permanente y profesional, por lo tanto, menos aún, la existencia de una institución religiosa unificada con un aparato jerárquico y poseedor de un poder teocrático.)
No hubo dogmas, no hubo una fe vigilada, no hubo condenas a la transgresión, ni herejías, ni traiciones.

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Lo irracional tiene sentido:

El irlandés Eric Dodds, estudioso del pensamiento socrático y platónico, abordó estos aspectos de la “irracionalidad” griega en tiempos de pleno esplendor de la filosofía más racional de la antigüedad.

Dodds dice que la locura en la antigüedad era por lo general atribuida a alguna intervención sobrenatural sobre el individuo, empero, los griegos fueron pioneros occidentales en desarrollar componentes de carácter psicológico que de cierta forma ennoblecían un estado mental particular bajo el cual la persona podía quedar cautivo pero sólo a los efectos de poder redimirse.

El personaje de Sócrates en el Fedro de Platón, distinguió cuatro tipos  de locura, todas ellas designadas por un carácter divino.

Hemos distinguido cuatro especies de delirio divino, según los dioses que le inspiran, atribuyendo la inspiración profética a Apolo, la de los iniciados a Dionisos, la de los poetas a las Musas, y la de los amantes a Afrodita y a Eros»

Consecutivamente, la locura dada por Apolo es la profética; la de Dionisos es la desarrollada en torno al rito; la inspirada por las Musas es la poética; y la que emana de Afrodita y Eros es el amor o la locura erótica.

A esos cuatro tipos de locuras o delirios divinos, Sócrates los distingue claramente de la locura ordinaria o “enfermedad del alma”.

Hay dos especies de furor o delirio: el uno, que no es más que una enfermedad del alma; el otro, que nos hace traspasar los límites de la naturaleza humana por una inspiración divina»

Pero ¿qué es lo divino?

La idea es platónica, aunque para seguir con el mismo libro, es Sócrates quien lo define:

Es divino todo lo que es bello, bueno, verdadero, y todo lo que posee cualidades análogas, y también lo es lo que nutre y fortifica las alas del alma; y todas las cualidades contrarias como la fealdad, el mal, las ajan y echan a perder»

Una de las formas de tomar contacto con lo divino es a través del mito, el rito y la fiesta.

El Mito y lo no racional:

Los mitos tienen forman parte de los relatos tradicionales. Estos relatos, generalmente eran de origen popular y eran transmitidos de generación en generación a través de la oralidad.

A su vez, quienes los recopilaron y los dejaron por escrito para que a través del tiempo llegaran a nuestras manos, lo hicieron naturalmente de forma muy particular y con una fuerte impronta subjetiva.

Los mitos son pasibles de diferenciarlos de las leyendas o de los cuentos populares. En el famoso libro La Rama Dorada de James George Frazer (lectura recomendada) se dice que leyendas son:

Tradiciones orales o escritas, que relatan las aventuras de gente real en el pasado, o que describen sucesos, no necesariamente humanos, que se dice, ocurrieron en determinados lugares(mientras que los cuentos populares)son puramente imaginativos, sin ninguna otra finalidad que el entretenimiento del oyente y sin que reclamen realmente su credulidad.»

El mito es algo más que eso. Trata sobre temas fundamentales que por lo general tienen que ver con la acción de las fuerzas naturales y la concepción de la vida y el mundo; los orígenes del universo, el hallazgo de las artes, la muerte, etc. (García Gual Mitos, viajes, héroes buen libro)

Es más que un agregado de símbolos; “es una secuencia narrativa que bien puede ser una historia o un cuento”. Forma parte de una tradición que se prolonga a través del tiempo, contando, narrando, repitiendo. Es una “herencia narrativa” y es propiedad “de toda una comunidad” que se vincula desde los tiempos imprecisos hacia el presente de los herederos.

Algo que es importante subrayar: el mito es un recuerdo colectivo, que poco tiene que ver con una reminiscencia personal. El mito puede referirse a un pasado más lejano que el también impreciso pasado de las leyendas o incluso, de los cuentos populares.

¿Pero vale la pena ser tan determinante y trazar esta distinción tan difícil de comprobar entre unas y otras narrativas?

El mito, como relato histórico, trata sobre temas anteriores a cualquier leyenda o cuento popular. Tiene esa función social, que es patrimonio de la comunidad. Es su explicación del mundo y de la sociedad, que aún desde lo fantástico o lo no racional, ha servido para domesticar al Hombre con su entorno natural.“El mundo del mito (continúa García Gual) es un mundo dramático, de acciones, de fuerzas y de poderes en conflicto”

Esta narrativa fundada en lo dramático, es opuesta al “logos” (a la razón, al razonamiento, al discurso teórico), pero así de necesario debió serlo…

El rito y lo simbólico; la fiesta: el escenario donde concurren hombres y dioses

dioses-olimpicosHay otro libro viejo, Fiesta, comedia y tragedia de Francisco Rodríguez Adrados. Allí define al rito como “simbólico y este simbolismo sólo secundariamente se interpreta con ayuda de un mito antropomórfico, y se interpreta de manera cambiante aquí o allá en diferentes fechas”. Es la adaptación del mito.

La fiesta (que puede ser de carácter agrario o urbano, no necesariamente representa al mito de una forma coherente. La fiesta es el ámbito donde los hombres se ponen en comunicación con lo divino.

Es el tiempo mítico, concebido a la vez como caos y como felicidad, del cual emerge el otro

Allí  desaparecen los límites entre el animal y el hombre, entre el vivo y el muerto, entre el dios y el hombre.

Hombres y dioses, el mismo bien, el mismo mal:

Para terminar esta primera serie de apuntes y reflexiones sobre la espiritualidad griega (entre tantos otros temas) habría que incursionar en otro de los aspectos del politeísmo griego: el carácter divino de sus divinidades.

Hombres y dioses, héroes mortales y seres eternos, todos sufren de las mismas debilidades. Esto sería la “humanización de lo divino” o la “divinización humana”.

Sin embargo hubo necesidad de establecer una diferencia, una jerarquía, un sometimiento…

Ninguno de ellos (dioses y hombres) ni crearon el universo ni crearon el mundo; más bien, todos tienen existencia en un mismo cosmos: unos arriba y otros abajo. El universo y el mundo fueron creados por fuerzas caóticas (fuerzas primordiales) que no se destacan precisamente por ser armoniosas (El Caos o el Vacío, la Tierra, etc.)

La armonía rige entre la vida y la muerte; entre aquellos que son inmortales y aquellos que no lo son. A los inmortales, es decir, a los dioses, se los venera en celebraciones procesales, a través de cánticos, danzas y coros, diversos tipos de juegos y certámenes, banquetes y ofrendas, sacrificios de animales, etc. El ritual festivo otorga a los inmortales la ofrenda de aquellos que están condenados a muerte; el agradecimiento a su existencia, la luz que inició todo.