La tierra en confusión – Las vanguardias artísticas: el Constructivismo Ruso y el Futurismo en la URSS

Es probable que la mayoría de las vanguardias artísticas que se originaron durante la primera mitad del siglo XX en toda Europa, EE. UU. e incluso en Sudamérica, hayan llegado a cumplir su cometido final en un plazo tan corto y específico como el tiempo de su propia existencia como movimiento. Así, cuando se habla del cubismo, dadaísmo o surrealismo europeo (fundamentalmente francés) o el expresionismo alemán o el futurismo italiano, o el ultraísmo español; o incluso el pop Art (aquel que terminó estableciéndose en Norteamérica), se hace referencia a movimientos pictóricos, literarios, musicales, fotográficos e incluso cinematográficos que se agotaron dentro de sus propios manifiestos, con sus círculos de autores y artistas; y agotados y/o superados unos a otros, incluso a veces entre ellos y por los mismos integrantes y protagonistas.

El Constructivismo Ruso en cambio fue un movimiento que quedó trunco. No realizado en su plenitud. Inconcluso. Además, fue para la época en que existieron todas esas “escuelas”, la única que surgió de las entrañas de un proceso revolucionario real, con un espíritu que fue el producto de un quiebre social e institucional único, y que además apostó con creces a un nuevo orden social específico. Otro dato: fue el primer movimiento artístico que se definió así mismo como marxista y forjador de la sociedad socialista. Por supuesto que el movimiento fracasó. En la nueva URSS no había lugar para ideas revolucionarias que entraran en contraste con las ideas revolucionarias oficiales. La mayoría de sus proyectos fueron desmantelados; las grandes obras nunca fueron realizadas; la mayoría de sus integrantes fueron exiliados, perseguidos, fusilados, o simplemente vivieron como pudieron el resto de su vida, bajo el anonimato, el desconocimiento, e incluso sin oportunidades laborales que en algún caso, llevaron al suicidio.

 

Los orígenes

Futuristas rusos
Futuristas rusos

Los artistas futuristas en Rusia surgieron a principios del siglo XX. Su denominación no proviene directamente de aquella vanguardia europea que luego adhirió al fascismo italiano, aunque tuvo relacionamiento e influencia directa como con el resto de las manifestaciones europeas occidentales. Los rusos hasta entonces estaban atrasados respecto a Europa. El zarismo había entrado en su última etapa y la agonía de un país atrasado y estancado era en todos los órdenes.

El Constructivismo Ruso fue, en pocas palabras, la manifestación de las vanguardias, pictóricas (en un principio), escultóricas, arquitectónica y literarias que acompasaron al proceso revolucionario en la Rusia zarista, desde los estallidos sociales de 1905, pasando por la efervescencia del Octubre rojo bolchevique de 1917 hasta aproximadamente finales de la década del 20’ y principios de los años 30’. Fue un movimiento de varias fases de creación, que tuvo exponentes en diversas manifestaciones artísticas, como la poesía, el teatro y la pintura; pero también con incursiones en la producción de cine, fotografía; en el diseño industrial y textil de vestimenta, y en los últimos tiempos, en el diseño gráfico; actividad ésta última, en la que realmente fueron pioneros del desarrollo publicitario tal como hoy en día se lo entiende.

Entre sus exponentes más reconocidos se encuentran: Vladimir Tatlin, Alexander Rodchenko, Várvara Stepanova, Lyubov Popova, Kasimir Málevich, Vladimir Maiakovsky, Vsévolod Meyerhold, El Lissinsky, que conformaron una vastísima lista especializada en múltiples disciplinas artística que a su vez las vincularon o enlazaron con conocimientos de ingeniería, astronomía, física, matemáticas, etc.

Vladimir Tatlin
Vladimir Tatlin

Fueron los creadores de conceptos nuevos en el arte, tales como el «Arte de Producción». En el mismo, ubicaban al artista como el constructor de una nueva realidad, la surgida a partir de la Revolución Rusa. En ese sentido debía superarse el arte pictórico, la pintura de caballete, la realidad figurativa como expresión fidedigna de la realidad objetiva, y debía incluso sacrificarse el plusvalor estético. El objeto del arte debía cumplir una función específica en la sociedad y el valor de este no era otro que el de servir o tener un uso para con una actividad determinada. Por eso se partía de la base de derribar los cánones de belleza academicista, vinculados a la estética burguesa del siglo XIX. Desde el arte figurativo debía pasarse a experimentar con la realidad no objetiva, abstracta y carente de una estética predeterminada; pero no como producto final, en sí misma, sino como un medio, una fase, una etapa en el proceso de creación y producción. Por eso, mientras las vanguardias occidentales vieron al arte abstracto como un fin en sí mismo, los constructivistas rusos vieron en el tan sólo una fase de construcción y producción de proyectos mayores.

Vladimir Tatlin fue uno de los mayores exponentes del movimiento, hasta tal punto que algunas veces se lo ha denominado “el padre del constructivismo”. También fue el creador del ejemplo artístico y más paradigmático de todo el arte ruso futurista de principio de siglo XX: la Torre de la III Internacional Comunista. Esta estructura que nunca fue concretada más que en algunas maquetas, es uno de los íconos más representativos de una utopía artística jamás realizada.

Tatlín provenía del arte pictórico, y había sido influenciado por las vanguardias europeas después de algunos viajes realizados. Su experimentación partió de ciertos dibujos y pinturas geométricas emparentadas con el cubismo, e incursionó en ciertas figuras abstractas. Poco a poco pasó a los objetos con volumen, superando el plano del lienzo y buscó construir objetos tridimensionales. Partía siempre de figuras básicas: al principio triángulos o circunferencias; pero cuando paso a trabajar con otras materias como madera o metal, incursionó en esferas, conos y cilindros.

Todos estos experimentos eran presentados en exposiciones artísticas que las vanguardias rusas realizaban en el Moscú de la época. Pero Tatlín y la generación de artistas que lo acompañaba, no conformes e insatisfechos con ciertos logros, alertaba a la crítica y a sus seguidores, que aquellos objetos no eran el objetivo final de su trabajo, sino adelantos, experimentos cuya búsqueda no se detenía en la manipulación de la materia con fines abstractos, sino con fines utilitarios.
Por eso, una pintura cubista podía significar apenas un boceto; o un poliedro de madera o metal, apenas la iniciación de algo, o el abstraccionismo en una pintura, escultura o instalación, apenas una función básica, elemental, de algo más complejo todavía por descubrir.
Tatlín se veía a sí mismo como un arquitecto de las nuevas formas. Pero aquel arte figurativo o no figurativo debía tener una utilidad específica, que interactuara con la realidad, que sirviera a un fin, y que no sólo fuese un objeto para ser contemplado desde una perspectiva estética.
Veamos algunos ejemplos.

 

La torre de Vladimir Tatlin – La ascendencia del proletariado hacia los cielos

La Torre de Tatlín, que nunca fue construida, fue pensada con un sentido propagandístico y de agitación. Torre TatlinAl principio se pensó a modo de homenaje del segundo aniversario de la Revolución, pero después se decidió que fuera para conmemorar la III Internacional de 1919 que daría lugar a la fractura de todos los Partidos Socialistas en el mundo, y el surgimiento del Partido Comunista.

El monumento consistía en un espiral de metal de unos 396 metros, compuesto por tres figuras de cristal establecidas en el centro. El espiral es una forma que en sí misma reside el movimiento, y más cuando ese espiral es ascendente hacia los cielos, consolida la idea del progreso humano.

El piso inferior era un cubo de cristal que rotaría a razón de una vez cada trescientos sesenta y cinco días (el tiempo que el planeta Tierra gira en torno al sol) y estaría dedicado a ser las oficinas de las asambleas legislativas del gobierno revolucionario.

El piso intermedio era una pirámide de cristal que cumpliría su eje de rotación a razón de una vez cada treinta días (el tiempo que la luna cumple en su órbita alrededor de la tierra) y serían las oficinas del Comité Ejecutivo Internacional entre otros organismos.

El piso superior sería un cilindro de cristal que cumpliría un giro completo cada veinticuatro horas (el tiempo que la Tierra gira sobre sí misma) y estaría destinado a las oficinas donde funcionaría un periódico, telégrafos, un aparato de proyección hacia los cielos para emitir con sonido y con imagen, información, proclamas, manifiestos, resúmenes, etc. que la población recibiría.
Además estos tres pisos albergarían salas de lectura, gimnasios, escuelas de formación proletaria, organismos de cultura, etc.

Imposible de llevar a cabo por las enormes carencias económicas del período último del zarismo, de la guerra civil entre rusos rojos y rusos blancos, de la Primera Guerra Mundial y el conflicto con algunas potencias europeas; además del enorme empobrecimiento y del atraso casi que feudal de aquel enorme país; la mayoría de los proyectos de los artistas futuristas y constructivistas (que los hubo y muchos) de la Rusia de entonces, jamás fueron concretados.  Apenas quedaron algunas maquetas y prototipos que fueron presentados en las exposiciones constructivistas. Con el tiempo, algunos artistas más cercanos a estos días, han reproducido en pequeña escala, la Torre nunca construida.

 

Máquina voladoraLa máquina voladora: El Letatlin – El proletariado trasciende la naturaleza. El hombre nuevo, vuela

Los artistas constructivistas tuvieron su apogeo en la década del 20’. Fue cuando ocuparon los puestos más relevantes de las facultades y escuelas técnicas del Estado bolchevique incipiente. Allí dictaron cursos, formaron nuevas generaciones de “constructores” y desde los círculos teóricos vanguardistas que acompasaron este aprendizaje, se formularon decenas de grupos, manifiestos, revistas y cenáculos de discusión, propaganda revolucionaria e inserción en los talleres y fábricas estatales.

Los “productivistas” o el “Grupo de Constructivistas en Acción” coparon todos estos ámbitos y establecimientos. En ellos se dedicarían al estudio de las formas, los materiales, el espacio, las dimensiones, etc. Además llevarían el arte al frente de la guerra, como agentes revolucionarios que llegaban a los poblados recorriendo miles de kilómetros pueblo a pueblo en los trenes o barcos artísticos, de propaganda revolucionaria y agitación de las masas. Pero también desde esas nuevas instituciones educativas, se concentraron en proyectos específicos vinculados al progreso técnico del país, a la búsqueda de nuevas tecnologías y avances que ubicaran a la revolución proletaria como modelo en el mundo. Es así que otro de los proyectos de Tatlín, algo posterior en el tiempo a la Torre, ilustra de manera significativa, el optimismo de los primeros años de la Revolución Rusa.

El Letatlin o la “máquina voladora” fue otro de los proyectos inconclusos de la época. El hombre tenía que volar, pero no en aviones, no en aeroplanos; sino de manera individual. Durante meses, Tatlín estuvo estudiando el vuelo de las grullas. Las pintó, las representó en diversos dibujos. Anotó todas las observaciones sobre la conducta y el vuelo de estas aves; diseñó prototipos de las alas y trató de esbozar en ciertas construcciones, la mecánica de vuelo concreta de aquellos animales. A principios de la década del 30’ llegó a construir un primer modelo de máquina voladora, que consistía en un aparato de aproximadamente 32 kg., compuesto por dos alas de 12 metros cuadrados. Los materiales en madera principalmente, eran livianos. Así como la Torre era una verdadera joya de la cinética, la matemática, la física y la astronomía, El Letatlin era una obra basada en conocimientos biológicos mezclados con estudios de aeronáutica.

La máquina quedó inconclusa más allá de los tres modelos que el artista presentó en 1932. Las pruebas fracasaron y la falta de recursos económicos impidió los avances de la investigación.

Tatlín continuaría estudiando las posibilidades del vuelo humano hasta su muerte en 1953.

 

La vestimenta y el afiche publicitario – Una nueva manera de vestir, una nueva manera de decirFoto 4

Los constructivistas operaron en diversos campos de la producción. Sería imposible abordar en estas pocas líneas, la multiplicidad de proyectos de tan distinta procedencia y que vincularon incursiones artísticas, en principio tan dispares como las que trataron en aquella época. Lo cierto es que en el campo de la industria textil y en el campo del diseño publicitario, se obtuvieron mejores resultados que con los emprendimientos monumentales.

En el caso del diseño industrial de vestimenta, los ejemplos tienen mucho que ver con la producción de dos artistas clave del constructivismo: Várvara Stepanova y Lyubov’ Popova.Ambas artistas venían del futurismo. Su actividad predominante era el diseño escenográfico y vestuario para obras de teatro. Colaboraron muchísimo con el director teatral y actor constructivista Vsévolov Meierkhold.

Desde la primera fábrica de estampado textil del estado investigaron nuevos diseños para la producción en serie de ropa para el proletariado y para el artista constructor. También incursionaron en la ropa deportiva. Además colaboraron en la construcción de grandes escenografías consistentes en máquinas con engranajes y dispositivos en movimiento, que impregnaban de dinámica y armonía, el despliegue de los actores en el escenario.

En cuanto al diseño publicitario, los trabajos fueron más que prometedores al principio.Foto 6 El constructor, fotógrafo y diseñador Alexander Rodchenko junto al poeta, actor y publicista Vladimir Mayakowsky, además de que fueron dos de los precursores del movimiento, los que a su vez le otorgaron nuevas vetas de experimentación como lo fueron el arte publicitario, la fotografía y el cine.

 

Fueron además grandes innovadores en la tipografía y el diseño gráfico, y precursores junto a Serguei Eisenstein (el maestro de cine) del fotomontaje, o promotores de la teoría del Cine-Ojo de Dziga Vertov, como ideas que potenciaban el contacto del hombre con el mundo de las máquinas, la tecnología, la técnica superior y la mecánica, para poder dominar las percepciones que a un individuo o a un artista, le resultaba imposible poder visualizar. Trabajando para la agencia telegráfica ROSTA, se entregaron por completo a la creación de posters políticos, propaganda ideológica vinculada al régimen, consignas y proclamas.
Muchos de los afiches tenían que ver con el desarrollo de la industria del país; con el despegue económico; o con la arenga frente al enemigo occidental.

Estos artistas realmente creían en la sociedad que la Revolución bolchevique estaba construyendo. Hubo otros artistas futuristas como Wassily Kandisky o Marc Chagall, que con el tiempo terminaron abandonando la URSS.

 

La caída – La clase obrera no fue al paraíso

Los constructivistas fueron acusados de pequeños-burgueses que promovían el desviacionismo ideológico, enredando y engañando a la Revolución con posiciones teóricas occidentales y extrañas concepciones abstraccionistas además de pregonar un decadentismo artístico imperdonable para la Revolución.
También resultaron un peligro dentro de la propia revolución porque podían transformarse en un “partido” o corriente de opinión que contrastara en posiciones con las máximas oficiales del Partido Comunista.

Vladimir Mayakovsky
Vladimir Mayakovsky
Vsevolod Meyerhold
Vsevolod Meyerhold

Lenin murió muy temprano, pero Stalin y el mentor del Realismo Socialista, el escritor Máximo Gorki, fueron los propulsores de un arte oficial a principios de 1930.
En 1932 se prohibieron todas las vanguardias artísticas, y sobrevinieron purgas en las estructuras estatales. Los constructivistas fueron expulsados de las facultades y las escuelas técnicas, y en adelante fue poco el trabajo que pudieron realizar. La persecución de varios de sus integrantes ocasionó una enorme sangría de artistas que emigraron hacia la Bauhaus alemana, hacia Francia y por último, a EE. UU. Otros corrieron menor suerte y fueron deportados a Siberia o fusilados o simplemente condenados a la ignorancia del régimen.

Mayakovsky, el poeta de Octubre, se suicidó en 1929, y junto a Meyerhold que fue fusilado en 1940, se transformaron en dos de las enormes pérdidas del ambiente artístico ruso de todos los tiempos.

La revolución terminaba con los hijos que habían sido fieles desde el comienzo del proceso. El Constructivismo pasó al olvido, y salvo en la Bauhaus, poco quedó de él a partir de entonces. Con el estalinismo, solo el Realismo Socialista estuvo permitido como única expresión artística en toda la URSS. Pero esa, es otra historia.