“En busca del asesino”, de Enrique Symns

Un crimen como carnada para adentrarse en un tour salvaje y desbordado por las calles de Brasil.

La novela empieza con recortes de prensa que cubren el asesinato de una turista argentina en un hotel de Brasil. Rafael Arrieta, ciudadano argentino, es declarado culpable y va preso, aunque él dice ser inocente. A partir de ahí comienza un tour que Symns narra en primera persona, que juega con la ficción y la no-ficción.

El crimen y la posterior asociación de Arrieta (ya libre después de estar 300 días preso) con el autor (periodista argentino, cabeza de los proyectos más subversivos e interesantes de la prensa argentina de los últimos 30 años) para limpiar el nombre del enjuiciado es sólo una excusa para desarrollar en la corta novela las andanzas del periodista en Buzios y Río, centradas en una galería de personajes tan delirantes y borrachos y drogones como el narrador mismo. Anécdotas sexuales, místicas, de peleas y alucinaciones propias y ajenas se mechan en el relato con la investigación del crimen y los intentos de demostrar que Arrieta es inocente.

La combinación del oficio periodístico con la investigación casi detectivesca y la descripción de salidas nocturnas y de playas paradisíacas, convierten a En busca del asesino en una mezcla de policial con novela de reviente. Esta catarata veraniega y psicodélica de historias avanza con mucha adrenalina, describiendo el esplendor y posterior decadencia tanto de Buzios como de sus habitantes, o por lo menos de los habitantes que interesan a Symns, que son los que están al filo, en el borde. El traspaso de ser una zona salvaje y atractiva para escapados de la civilización y dementes de todo tipo, a ser una región atractiva para el turismo hippie-light y para burgueses en busca de un falso espíritu natural se refleja en las sucesivas visitas que el autor hace a la zona. Y mientras se describe la investigación del caso y los intentos de demostrar la inocencia de Arrieta, se cuentan en paralelo historias tan o más interesantes que ésta, que en gran parte del libro funciona como simple eje conector.

Si bien a lo largo de la novela se saltan tiempos y lugares (Buenos Aires, Buzios, Río de Janeiro) la presencia de Brasil es constante, y su espíritu más salvaje e indómito impregna tanto la pluma del autor como el actuar de los personajes

«En Brasil, la vida juega sus dramáticas partidas en las calles del zoológico y no en sus jaulas»

. La resolución del relato se da de una manera sorpresiva e inesperada, dejando un final abierto y un crimen no resuelto.